lunes, 19 de julio de 2010

Como empezó todo…

Muchas veces me han preguntado: y desde cuándo tú eres sommelier? Como llegaste al mundo del vino?

Los que estamos dentro de este amplio mundo del vino, sabemos que la gente viene y va constantemente, unos permanecen otros no vuelven, así que ésta pregunta se ha convertido en un clásico.

Compartir exactamente el día en que decidí tener el vino como modo de vida, sería prácticamente imposible, sin embargo, hoy hurgando en mi memoria encontré varias pistas.

La primordial es que en mi familia materna de sangre completamente italiana, siempre se ha incluido en celebraciones, y muchas veces un día cualquiera unas copas de vino. Mi nonno... mi primer amor de la vida, adoraba el vino en todas sus facetas. Fué un gran conocedor y aunque lamentablemente murió cuando yo tenía 14 años y apenas comenzaba a incursionar en las bebidas, dejo en mí esa curiosidad latente por el resto de mi vida. Mi nonno hizo construir una pequeña bodega subterránea para mantener sus preciadas botellas, algunas de vino, espumantes y cognac. De más está decir, que en mi adolescencia prematura e ignorante del valor de esos tesoros, me tome hasta la última gota de la bodega. Hoy en día confieso que lamento no haber guardado por lo menos las de cognac, ya que habrían encontrado su esplendor justamente ahora.

Más o menos para esa época, yo había decidido estudiar en el Colegio Universitario Hotel Escuela de Los Andes Venezolanos (C.U.H.E.L.A.V.). Al culminar mi bachillerato me mudé a Mérida, y como me gradué a los 16 años, tuve que esperar casi 2 años para poder entrar, ya que solo podía ingresar al cumplir la mayoría de edad. En ese lapso de tiempo, estuve estudiando francés, que por falta de práctica olvidé casi todo. Ya en el C.U.H.E.L.A.V tuve el privilegio de tener como profesora a Ana Karina Ocanto, quién además de ser una mujer muy hermosa, hablaba con tanta pasión sobre el vino que despertó en mi esa necesidad indomable de dedicarme a estudiar y conocer de todo eso que ella nos enseñaba.

Finalizando mis estudios en el 2001, tuve el privilegio de hacer pasantías en el Helvetia & Bristol en la ciudad de Florencia, Italia. Allí conocí gente estupenda como Luigi Simone y Claudio Cardillo, ambos amantes del vino. Luigi, era el responsable de los restaurantes, conocía de vinos de manera impresionante y hacia un servicio impecable, de hecho utilizaban siempre guantes tan blancos que era sorprendente que nunca estuviesen manchados. Con ellos degusté los grandes de la Toscana y de toda Italia. En una oportunidad fuimos al sur de Italia, cerca de Potenza y descubrí el Aglianico que hoy en día su sabor permanece intacto en mis recuerdos. Fue muy gracioso porque lo probamos directamente traído de la bodega, en una improvisada botella de plástico.

Como muchos saben, mis trabajos han sido múltiples, pero siempre relacionados al placer de la gastronomía, hotelería y el turismo. En el 2006 llegó la Academia Venezolana de Sommelier a Caracas, para ese entonces yo vivía en Lechería. Quise inscribirme en ese primer curso, pero por varios motivos no lo logré en esa oportunidad. Sin embargo, al saber de las inscripciones para la segunda promoción, me regrese a Caracas y comencé un viaje lleno de aventuras, de placer y de cultivar buenos amigos entorno al vino. Para mi estudiar en la Academia fue todo un reto. A mitad de curso, mi tía Cecilia enfermó y murió pocos días después. En ese momento quería estar cerca de mi familia, así que por los últimos 6 meses del curso viajaba a Valera de miércoles a domingo y solo venia a Caracas lunes y martes para asistir a las clases y no perder ese sueño que con tanto esfuerzo finalmente concreté. Fueron meses agotadores, pero al ver los resultados se que valieron la pena.

A partir de ahí he viajado, he conocido bodegas, he realizado y asistido muchas actividades relacionadas al vino y la gastronomía, tanto en Caracas como en otras ciudades del mundo. Me gusta mucho escribir, así que llevo registro de mis actividades, nombres de vinos, sensaciones y puntos de vista de cada momento que son invaluables.

Este último año ha sido la cosecha de las semillas que he ido sembrando a lo largo de estos años, a pesar de que mis amigos dirán lo contrario, he sido muy tímida y reservada con mis conocimientos. Las veces que me ha tocado dirigir una degustación confieso que me han temblado las piernas, pero al final el feedback de los asistentes ha sido de cariño y agradecimiento.

Estas líneas en realidad son muy breves para decir todo lo que he visto, disfrutado y conocido del vino. Lo que sí puedo decir es que mi familia, Rossma, Maya, Leo, Dayana, el grupo de sommeliers que fuimos al viaje de Burdeos, aquellos con los que estudié y colegas de la AVS, han sido las personas con quienes me he tomado los mejores vinos de mi vida, y espero seguir haciéndolo por mucho tiempo más. Santé!!!

1 comentario:

  1. ¡Qué historia más bonita, más suculenta, y cuántos recuerdos de la casa de tus nonos! ¡me encanta tu blog! te seguiré para empezar a "beber" tus recomendaciones!
    besos!
    Juna Carlos

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