miércoles, 21 de julio de 2010

Los malcriados son bienvenidos... si se comportan!

Les confieso hoy que tengo una debilidad terrible con la gente malcriada, a veces siento que me provoca apachurrarlos, porque al final sabemos que lo que están pidiendo a gritos es recibir cariños. Sin embargo durante todos estos años trabajando en servicio, he visto cada caso que no es precisamente amor lo que han extraído de mi vida. Así que hoy me animé a escribir estas líneas.

‘Malcriadez’, según el diccionario de la R.A.E., significa: Cualidad del malcriado, grosería, indecencia. ‘malcriado’ entonces es: Falto de buena educación, descortés, incivil. II 2. Se dice por lo común de los niños consentidos y maleducados. El hecho de ‘malcriar’ a su vez consta de: Educar mal a los hijos, condescendiendo demasiado con sus gustos y caprichos.

Con estos términos quería comenzar a escribir un poco lo que sucede con los clientes en los restaurantes. En principio, vemos como los clientes recurrentes, al ser mimados en extremo, muchas veces se tornan ‘malcriados’, llegando en ocasiones a ser indeseados en los lugares a donde asisten.

Así como nuestro país necesita con urgencia la vocación de servicio y conocimientos sobre restauración, vino y gastronomía, todos los comensales y clientes debemos mejorar la conducta al solicitar el servicio que creemos merecer.

El trabajo dentro de los restaurantes ha sido siempre muy duro y la falta de personal muchas veces hace que la labor de muchas personas la termine realizando pocas. Entendiendo este punto, nuestra actitud en principio debe basarse en la empatía con el que está prestando el servicio. Merlin Gessen en su charla “Inteligencia Emociones”, comentaba que cuando una persona está molesta por cualquier razón, todo lo que tiene a su alrededor se torna defectuoso. Si estamos irritados de seguro las moscas o pelos en los platos, lentitud en el servico, malos entendidos y pedidos que no se realizaron, estarán a la orden del día. Por lo tanto, así como los prestadores de servicio deben tener cuidado como realizan ese trabajo tan delicado, nosotros los consumidores podemos contribuir con nuestro buen humor, ya que desde ese estado seguramente facilitaremos el disfrute de nuestra comida.

Sé que muchas veces se hace inminente comer afuera, pero algunos tips para cambiar de estado de ánimo antes de entrar en el restaurante nunca están de más, y así aportar nuestro granito de arena, ya que al final nosotros pagaremos la cuenta. Aquí les van:

1. Tomar en cuenta de cuánto tiempo disponemos, facilita la decisión del lugar a elegir. Pregúntese ¿Qué hare luego de la comida?, ¿con quien iré?, ¿es de negocio o de placer?, ¿Cuánto estimo gastar? La elección es fundamental.

2. Esta comprobado que nuestro humor fluctúa constantemente en fracciones de segundo. Si antes de ir al restaurante hacemos el esfuerzo de pensar en un momento divertido, podemos cambiar rápidamente la cara. Entrar sonriendo a cualquier lugar facilita las cosas.

3. Ponerse en el lugar del otro y respetar el trabajo que éste realiza. Tratar de manera déspota a los mesoneros nunca es buena idea, ya que en vez de contribuir, entorpece el servicio.

4. Tolerancia. Que nuestras expectativas no sean cumplidas, no quiere decir que el trabajo no se haya realizado con la mejor intención. Si expandimos nuestras expectativas habrá más posibilidad de que sean cubiertas.

Estos tips, aunque evidentes la mayoría de las veces son pasados por alto. Cuando logramos hacer valer nuestros derechos como clientes, tener presente nuestros deberes contribuirá poco a poco a ir creando una nueva generación de servicio, donde todo fluirá de manera correcta.

Ser ‘malcriados’ positivamente, se trata de contar con el apoyo incondicional de los que prestan servicio, y el cariño genuino de la gente con quien compartimos nuestros momentos más valiosos del día: el de las comidas.

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