viernes, 30 de julio de 2010

el vino y la seducción...

Catar un vino, comienza con la espera y las expectativas… esa primera mirada cuando cae vigorosamente en la copa, nos abre un sinfín de posibilidades. Nuestra mente vuela imaginando lo que será aquel encuentro íntimo, donde los otros cuatro sentidos se desbordarán llenos de emociones. Al primer contacto con su aroma y sus orígenes, sabemos que es ése y no otro el vino que deseamos. Llegado el momento de agitarlo, mezclarlo con el preciado oxigeno de la vida, es cuando logramos encontrarnos con el preludio de un beso que culmina con el primer sorbo… ya dentro de nosotros, el vino se apodera de nuestras sensaciones, y si logra atraparnos con sus recuerdos en boca, sabremos que nos ha enamorado.

Una cata de vino ortodoxa, donde solo se evalúa si el vino es correcto o no, procuremos dejarla hoy para los entendidos y trabajadores en el área. Cuando somos mortales comunes sin títulos ni responsabilidades, ese momento de encuentro es el acto de seducción que más se asemeja a la conquista del objeto del deseo. Mostrarnos vulnerables a esa copa de vino será la máxima expresión de “La Seducción”. Quisiera compartir algunos datos conocidos del tema, en éste caso aplicándolos al momento de catar un vino.

Comenzaré con hacerlo indispensable para vida y de vez en cuando quitar un poco el interés cuando menos lo espere. Tomar vinos todo el tiempo y para toda ocasión sería un éxito, sin embargo, al compartir nuestro paladar con otras bebidas, por ejemplo con destilados, cervezas y cocktails, se crearán esas pequeñas dosis de nostalgia que nos llevarán de nuevo con la copa tan deseada. Es importante evitar llevar un ritmo en la relación con el vino; si un día tiene toda la atención, al siguiente hay limitarse, así se evade la rutina y se mantiene un cuerpo saludable, necesario para degustarlo plenamente. Darle en ocasiones protagonismo a la comida y no al vino es una opción.

Si siempre tomamos el mismo vino con los mismos platos…ummm que aburrido… la clave es ser impredecible. Por otro lado, mostrarse misterioso(a) ante una copa de vino desconocida, sin siquiera saber su origen, año o cepa, puede despertar la imaginación desde principiantes hasta conocedores. Otra de las clásicas sugerencias de seducción es: cuando veas que empieza a mostrar interés, simula una retirada y finge indiferencia. Si sentimos que un par de copas no bastan… atención!!!... recordemos la célebre frase de M. de la Rochefoucauld: "La ausencia disminuye las pequeñas pasiones e inflama las grandes, al igual que el viento apaga una vela y atiza un fuego".

Ser paciente, aprender a esperar y recoger la cosecha a su tiempo le otorga al vino su momento. Asesinar un vino al abrirlo con anticipación siempre es una lástima. Como todo, hasta los vinos también tienen su tiempo de esplendor. Eso nos lleva a ser constantes, si realmente nos interesa pasar un buen rato con el vino, no hay que buscarle tres patas al gato. Disfrutarlo sin buscarle incesantemente los defectos es más acertado. Por lo tanto, teniendo claro lo antes mencionado hay que ser realista; si durante el tiempo que llevamos tomando el mismo vino, nos damos cuenta de que no congeniamos, entonces ni hablar, hay que terminar la relación, seguro que habrá otro vino con el que si nos encontremos a gusto en cualquier situación.

Ser atrevido(a) con el vino es fundamental. ‘Si quieres beberlo, hazlo y no preguntes’… es mejor arrepentirse de haberlo intentado que nunca haberse atrevido. Hay tantos vinos en el mundo, que la promiscuidad en éste caso es necesaria. Cuando tengamos ya varios en nuestra memoria, lo ideal es buscar los puntos débiles de los vinos, encontrarlos y explotarlos. Si aprendemos a conocer las fortalezas de un vino, sabremos entonces armonizarlo para extraerle lo mejor de sí. Saber elegir, inclusive el clima o la situación lo ayudarán en su máxima expresión. Por otra parte, un seducido del vino, no tiene que andar gritando sus conquistas ni hacer gala de sus proezas. En realidad solo uno sabe hasta qué punto disfrutó o no la copa de vino.

Ser humilde, cuando de vinos se trata, implica reconocer todo el trabajo humano que se realizó para que nuestra copa estuviese llena, independientemente del precio que se haya pagado por el vino. Y por último ‘Amarlo’… este punto es el resultado de “La Seducción” del vino en nuestras vidas, de los paladares conquistados por él.

No se ustedes, pero luego de escribir y releer nuevamente estas líneas, me provoco enamorarme una y mil veces del vino… la verdad es que cuando encontramos lo que buscamos, no hay estrategias que valgan, ni separación entre el vino y la vida, entre el vino y la seducción, entre el vino y el amor. Santé!!!

Lala

P.D: como ejercicio, vuelve a leer todo cambiando 'Vino' por un nombre. Muy divertido jijiji...

2 comentarios:

  1. Dulcinea del Toboso6 de agosto de 2010, 15:51

    Excelente,en particular las condiciones sugeridas para disfrutar el vino también se aplican en la vida diaria, tu amiga Dulcinea

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Chateau Magnol

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último dia...

el vino... la mejor compañia

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un poco de humor "vino-político"...

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"la vida es muy corta para beber mal vino"

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